William Shakespeare citó en muchas de sus obras los vinos canarios. En la obra “Enrique IV” se puede leer: “Por mi fe que habéis bebido demasiado vino canario. Es un vino maravillosamente penetrante y que perfuma la sangre antes de que se pueda decir: ¿qué es esto?”.
Y es que la viña es, junto al plátano y los frutales, uno de los cultivos más destacados de las Islas. Una cuarta parte de las cerca de cuarenta mil hectáreas de terreno cultivadas con que cuenta Canarias pertenecen a explotaciones vitivinícolas.
Tenemos una importante cultura del vino, y eso se refleja en la especialización y asociacionismo del propio sector. La Asociación de Viticultores y Bodegueros de Canarias (Avibo) o los diferentes consejos reguladores de las denominaciones de origen son buena prueba de que destacamos no sólo por la extensión, sino por la calidad del resultado de nuestras uvas.
Así se puso de manifiesto durante la entrega del XIV Concurso Regional de Cartas de Vino de Canarias que promueve la denominación de origen Ycoden Daute Isora, y que este año ha contado con la colaboración de la denominación de origen protegida Islas Canarias Canary Wine.
Durante el acto, que se celebró en La Guancha, el director de Canary Wine, Alfonso López, deseaba que el evento sirviera para poner en valor el origen que nos une, es decir, los vinos canarios.
Con ese espíritu, más de cien personas fuimos testigos de la entrega de este premio, que recayó en el restaurante El Rincón de Juan Carlos, situado en Santiago del Teide, como reconocimiento a una carta con más de cincuenta vinos canarios y también por su continuo apoyo a los productores canarios.
Tal y como expresó Peregrina León León, cocinera y alma máter de este establecimiento, este galardón es también el reconocimiento a las bases culinarias, sus sabores y, sobre todo, sus raíces canarias. Pero sobre todo me quedo con su mensaje de poner en valor el trabajo callado de muchos viticultores y bodegueros, sin quienes nuestra gastronomía no tendría sentido.
A este premio hay que sumarle, entre otros, una estrella Michelin, dos soles de la Guía Repsol o la distinción del Gobierno de Canarias en 2011 por hacer una extraordinaria defensa del producto local. Sin duda, un ejemplo práctico de cómo el sector de la restauración y el sector primario pueden ir de la mano. Mi más sincera enhorabuena a la familia Padrón por este reconocimiento y por su buen hacer.
Felicito también a mi compañero y alcalde de La Guancha, Antonio Hernández, que fue nombrado miembro honorífico de Ycoden Daute Isora por su apoyo a la vitivinicultura de la comarca, de Tenerife y de Canarias. El ejemplo más reciente es su defensa por la continuidad del ciclo superior de Vitivinicultura del IES de La Guancha que el Gobierno de Canarias suprimió pese a las quejas del sector.
Un tema que en su día trasladé al Parlamento de Canarias, porque creo que estos estudios son un modelo a imitar y no un objetivo a derribar. Un centro de referencia que ha formado a más de cuatrocientas personas que hoy son prescriptores de nuestra cultura gastronómica, de nuestras innumerables marcas, de las más de trescientas cincuenta bodegas y multitud de variedades y de los cada día mejores caldos.
No quiero despedirme sin agradecer a Guillermo Caldentey Mascareño y a Juan Jesús Méndez Siverio, presidente y secretario de Ycoden Daute Isora, permitirnos compartir una tarde de premios y cata comentada por el canario Javier Gila, reconocido sumiller con múltiples galardones en su haber y miembro de la Unión Española de Catadores.
Actos como este deben servir para que entendamos que nuestra vitivinicultura es algo más que una industria. Es paisaje, es protección de nuestra tierra y es una apuesta firme por nuestra identidad.
Todos tenemos la responsabilidad de trabajar junto a bodegueros y vitivinicultores para continuar exportando y consumiendo lo mejor de nuestra tierra. Ese y no otro es el origen que nos une.
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