El pasado 9 de mayo celebramos el Día de Europa, y digo celebramos porque continúo creyendo que la Unión Europea es un proyecto de éxito que debe seguir reforzándose. Yo, que pasé cinco años de mis comienzos profesionales estudiando y trabajando en Bruselas, quiero aprovechar esta columna quincenal para reafirmar mi europeísmo muy a pesar de las dificultades.
Hoy es un día para volver a recordar la denominada Declaración Schuman, pues fue el ministro francés de exteriores, Robert Schuman, quien dio el primer paso para la integración de los Estados europeos al proponer que el carbón y el acero de Alemania y Francia tuvieran una administración conjunta. Tal y como aseguró ese 9 de mayo de 1950, “Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar en una solidaridad de hecho”.
La primera conmemoración del Día de Europa fue en el año 1985, tras la aprobación del mismo por los jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la Cumbre de Milán. Desde aquel momento, este día de mayo se ha convertido en un símbolo europeo.
Como bien afirmó Su Majestad el Rey en el acto celebrado esta semana en el Real Monasterio de Yuste, “la extraordinaria obra, el gran patrimonio que juntos hemos construido durante los últimos decenios, ha sido posible gracias a la unidad de los europeos y a los valores que compartimos. Valores en los que se fundó la Unión y que inspiran nuestra convivencia en democracia: la libertad, los derechos humanos, la solidaridad”.
Pese a que muchos ahora ponen en duda este modelo, estoy totalmente convencida de que nuestra entrada en la Unión Europea ha permitido a nuestro país avanzar, y tres décadas después podemos presumir de ser un miembro importante, ocupando el quinto puesto por peso y población de los 28 países, además de presentarnos ante la UE como un país que cumple y que ha marcado la agenda europea con temas claves como el empleo, la unión bancaria y la financiación de las pymes, entre otros.
Y en Canarias los beneficios han sido mayores, pues nadie podrá negar que nuestra condición de Región Ultraperiférica (RUP), la única región española con este estatus y refrendada en el Tratado de Lisboa, nos ofrece una mejor posición frente a otras comunidades del país en el nuevo marco presupuestario 2014-2020.
A eso debemos añadir que el Gobierno de Mariano Rajoy también ha logrado unas mejoras incuestionables en este marco financiero. Canarias recibirá durante estos años 2.391 millones de euros de fondos provenientes de la Unión Europea. Son 900 millones más que en el anterior periodo, con un incremento nada menos que del 58 por ciento.
Además, hemos conseguido una tasa de cofinanciación del 85 por ciento para todos los proyectos del programa de Regiones Ultraperiféricas (RUP), que hasta ahora se limitaba al 50 por ciento. La ventaja es indiscutible, pero no podemos conformarnos con eso ni permitir que se convierta en una debilidad.
Es necesario que las ayudas europeas no queden perdidas en la maraña de la administración pública autonómica. Necesitamos que el dinero europeo fluya hacia la economía real y llegue a los emprendedores y a las familias.
Por eso, pese a los obstáculos que hemos atravesado, no podemos olvidar lo que la Unión Europea ha conseguido durante todos estos años gracias a caminar en la misma dirección. El ejemplo más reciente lo encontramos en los acuerdos alcanzados para garantizar la estabilidad comunitaria con una gran coalición con el socialista alemán Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo, y Jean Claude Juncker, miembro del Partido Popular Social Cristiano y presidente de la Comisión Europea. Personas de ideologías contrarias pero unidas en lo importante.
Ojalá este ejemplo sea posible en nuestro país y quienes han rechazado esta opción, dejando a nuestro país sin Gobierno, estén a la altura de las circunstancias. Nosotros seguiremos apostando por la concordia y por la esperanza de una España moderada y seria dentro de la Unión Europea.
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