Reino Unido decide abandonar la Unión Europea. Ese fue el titular con el que nos despertamos el pasado viernes. Un 52 por ciento de los británicos -frente a un 48- eligieron el “brexit”, después de 43 años de adhesión, una opción que abre un proceso sin precedentes dentro y fuera de la UE.
Las consecuencias no se hicieron esperar y, ese mismo día, la libra caía en picado a su nivel más bajo desde 1985 y el primer ministro, David Cameron, anunciaba su dimisión. Reino Unido se levantaba dividido y envuelto en incertidumbre, pues la segunda economía de Europa ha sucumbido a los mensajes populistas sobre el control de la inmigración y la conquista de una soberanía supuestamente perdida.
El Tratado de la Unión Europea recoge esta situación en su artículo 50, al conceder dos años a cualquier país miembro para negociar su salida, por lo que los acuerdos, la legislación comunitaria y la libre circulación de personas, capitales y mercancías seguirán en vigor mientras se llega a un acuerdo.
Algo que nos tranquiliza en parte, ya que no debemos olvidar que a dichas relaciones comerciales o a las diferentes inversiones, hay que sumar la importancia del sector turístico; no en vano cada año batimos récords históricos de visitantes, gracias en parte a los más de quince millones de británicos que nos visitan cada año.
Ahora bien, no podemos dejar de mencionar a los 30.000 ingleses que viven en nuestras Islas, de los cuales 14.000 lo hacen en Tenerife. La mayoría de ellos son pensionistas que cobran en libras, con lo que su poder adquisitivo bajará de forma considerable respecto a nuestra moneda, el euro.
Aun así, desde el Gobierno de España se envió desde el primer momento un mensaje de serenidad y tranquilidad, pues es demostrable que nuestro país tiene ahora una economía capaz de soportar las turbulencias financieras que puedan producirse.
Hoy es un día clave para seguir por este camino. Somos nosotros los que tenemos una cita con las urnas, e independientemente de los resultados, estoy segura de que ganará la opción que representa el sentir de la inmensa mayoría de los españoles, que defienden la integración europea.
Pese a que muchos se han agarrado a mensajes populistas y nacionalistas, sigo convencida de que nuestra entrada en Europa ha permitido a nuestro país avanzar y tres décadas después podemos presumir de ser un miembro importante, además de presentarnos ante la UE como un país que cumple y que ha marcado la agenda europea con temas claves como el empleo, la unión bancaria y la financiación de las pymes, entre otros.
Lo ocurrido en Reino Unido debe servirnos como autocrítica. Ya lo decía el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel García Margallo, en un fabuloso artículo publicado el pasado 23 de junio, en el periódico El País, donde aseguraba que este referéndum es una oportunidad para hacer más y mejor Europa, para aprender de nuestros fallos y para avanzar en una unión más cercana, más capaz de sacar partido al mercado interior y más activa en la solución de los desafíos globales.
Sigo creyendo, al igual que muchos, que, con su avances y reveses, la Unión Europa continúa siendo el proyecto de mayor transcendencia histórica desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En poco más de medio siglo, los europeos hemos construido el mayor espacio de paz, libertad y prosperidad de toda la historia de la humanidad, y pese a contratiempos serios, como el que nos enfrentamos, es hora de seguir trabajando en la construcción del mañana.
Hoy puede ser el día perfecto para que defiendas tu compromiso con el proyecto europeo. Porque esa es la única senda capaz de asegurarnos seguridad, prosperidad y estabilidad. Lo demás son cuentos populistas que ya sabemos a dónde conducen. Hoy es un buen día para que demuestres en las urnas que lo mejor está por llegar. Ojalá sepamos, entre todos, reformar y fortalecer a Europa.
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