¿Qué hubiera pasado si los famosos wasaps del concejal del PSOE Zebenzuí González los hubiera escrito una mujer? ¿Qué pensarían si esos mensajes fueran míos? ¿Estaríamos hablando de machismo? ¿O quizá muchos estarían pidiendo acciones legales? Son muchas preguntas y flecos que se han pasado por alto porque nos hemos quedado en lo más superficial de sus palabras.

Hoy quiero hacer una reflexión con todos ustedes. De hecho, no voy a reproducir esos mensajes enviados a un chat del PSOE, porque creo que ya todos los conocen y porque independientemente de lo que allí se afirma pretendo ir un poco más allá.

Tampoco quiero hacer leña del árbol caído porque a estas alturas, y con la trascendencia que el tema ha tenido tanto a escala local, regional y nacional, espero y deseo que Zebenzuí González haya aprendido la lección. Soy de las convencidas de que todas las experiencias de nuestras vidas nos enseñan algo, ya sean buenas o malas, y que son de estas últimas de las que más tenemos que aprender.

Ni siquiera voy a hablar del partido al que pertenecía el hasta ahora concejal lagunero. Porque creo que no sería justo. Una actuación de este tipo sólo tiene un único responsable directo y es quién escribe esas palabras aunque sea en una conversación privada. Generalizar este comportamiento al conjunto de su formación política es criminalizar de manera injusta. Aunque a estas alturas me pregunto si hubieran tenido otros la misma consideración.

Ahora bien, hay dos cuestiones que me llaman la atención, y tienen que ver sobre cómo llegaron esos mensajes a los medios de comunicación. Primero, porque supuestamente fueron escritos hace al menos un mes y ninguna de las personas que formaba parte de ese chat -y que son militantes socialistas- hicieron nada, aparte de cerrar el grupo e intentar pasarlo por alto.

Y dos, que justamente los conozcamos a escasos días de que se celebrara el 13 congreso regional del PSOE. Tengo la sensación de que han sido sus propios compañeros los que han utilizado este tema políticamente. Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros? ¿Les suena?

Pero, como decía al principio, parece que se ha quedado en lo superficial, en lo soez y lo vejatorio de sus palabras. Pero es que hay más. Mucho más. Hay dos aspectos que valorar, con mucha serenidad y sin alimentar más odios, y que tienen que ver no con las formas, sino con el fondo de sus palabras.

En este sentido, entiendo que el Ayuntamiento de La Laguna debe ser el primero en abrir una comisión de investigación, porque el concejal deja entrever con sus palabras un delito tipificado en el Código Penal: la prevaricación. Y es que Zebenzuí González se jactaba de que contrataba mujeres no por su capacidad y valía, sino a cambio de favores sexuales.

Como digo, una actitud totalmente reprobable porque cuestiona a las trabajadoras del Consistorio y porque pone en tela de juicio la profesionalidad y la transparencia que deben regir en las contrataciones para las Administraciones Públicas.

Estoy convencida, y esto es lo triste del asunto y lo que nos debería hacer reflexionar como sociedad, de que si esos mensajes los hubiera escrito yo, muchos hubieran pedido que la Fiscalía actuara de oficio ante una evidencia clara de abuso sexual y prevaricación. Desde aquí mi comprensión a esas mujeres empleadas que se han sentido señaladas y que han visto dañado su honor e imagen de un día para otro.

Queda claro que ser hombre o mujer nos sigue diferenciando y aplicamos varas de medir según los casos, cuando lo único que debería prevalecer es nuestra condición de persona y, en este caso, cargo público, independientemente del sexo.

Pedir su dimisión y justificarla en su actitud machista es desviar la atención e intentar pasar por alto que detrás de estas palabras -pese a que creo que son pura fanfarronería- hay una conducta constitutiva de delito suficiente para exigirle su marcha.

Reflexionemos sobre ello.