Si algo quedó claro tras el 20 de diciembre es que el Partido Popular ganó las Elecciones Generales, pero parece que algunos no se han dado cuenta aún de la realidad. Obtuvimos 1,7 millones de votos más y 33 escaños de diferencia sobre el PSOE, fuimos la primera fuerza en 13 Comunidades Autónomas, 39 provincias, más Ceuta y Melilla, y obtuvimos una clara mayoría en el Senado tras conseguir 124 de los 208 senadores.
Aún así, nuestro candidato Mariano Rajoy mantuvo y mantiene una posición honesta y coherente de cara al proceso de investidura de un nuevo presidente del Gobierno. Por responsabilidad y respeto a las más de 7 millones de personas que confiaron en el PP no se presentó a un proceso fallido para que empezara a correr el reloj.
Estos son datos objetivos que se pueden contar. Lo demás son cuentos. Como aceptar el mandato de formar Gobierno sin haber hecho las cuentas antes. Porque explíquenme cómo quedará la situación si Ciudadanos ha dicho que negará su voto a un Gobierno en el que esté Podemos y Podemos dice que no habrá ningún acuerdo si el POSE negocia con Ciudadanos.
A eso hay que sumarle que si Pedro Sánchez mantiene su palabra no pactará ni con Ezquerra Republicana ni con Democracia y Libertad para ser investido presidente. Y el PP ha sido claro: no votará a favor de otro candidato que no sea Mariano Rajoy. Visto lo visto, no parece que la solución sea fácil.
España necesita un Gobierno que pasa solamente por un gran acuerdo entre PP, PSOE y Ciudadanos. La situación de nuestro país requiere de un Ejecutivo solvente, estable e integrado por personas experimentadas. Y sólo un gobierno liderado por el Partido Popular puede garantizar la continuidad del crecimiento.
No podemos tirar por la borda todo lo que ha avanzado nuestro país, que ha pasado de liderar el desempleo en Europa a crear 1.400 empleos diarios. Estábamos en recesión y hoy crecemos. Aquí no hay milagros, solo el sacrificio de un país que entró en el modelo del euro con muchas dificultades, agravadas con una crisis supranacional nunca reconocida por el anterior Gobierno socialista, que negó que estábamos despilfarrando, esquilmando nuestra productividad.
2012 fue durísimo. Los españoles fuimos conscientes de nuestra difícil situación. Otro presidente hubiese permitido que nos rescataran, que Europa impusiera reducciones drásticas de nuestras pensiones y que se despidiera a funcionarios, con una prima de riesgo por encima de 600 puntos y miles de familias con todos sus miembros en paro. Mariano Rajoy supo fajarse ante las adversidades, reformar y resistir. Y, ahora lo veo así, España resistió con él.
Y ahora vuelve a demostrar que este país le importa y mucho y por eso ha propuesto a Pedro Sánchez y a Albert Rivera un gran acuerdo constitucionalista basado en cinco ejes fundamentales: la defensa de la unidad de España, la soberanía nacional y la igualdad de todos los españoles; la creación de empleo para seguir siendo referencia para el resto de países europeos; el mantenimiento del Estado del Bienestar; la batalla contra el terrorismo yihadista dentro y fuera de nuestro país; y la lucha contra la corrupción con todos los instrumentos que ofrece nuestra democracia, de la mano de Tribunales, Fiscalía y las Fuerzas y Cuerpos del Estado.
Confío en que esto sea posible porque los números pueden dar para una investidura, pero no para gobernar, pues Sánchez sería un presidente hipotecado y tendríamos un Ejecutivo apoyado por populistas y separatistas. Ese pacto de perdedores sería lo peor que podría pasarnos. Conocemos experiencias de tripartitos en Galicia y en Cataluña, por ejemplo, casi siempre para dejar fuera al Partido Popular. Son pactos malos para los vecinos y para el empresario, generan inestabilidad y duplican el gasto.
Seguiremos manteniendo esta oferta de gobierno que serviría para dar una mayoría estable a España y continuar con las reformas que necesita este país. Es lo mínimo que podemos hacer para devolver el sacrificio realizado por todos.
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