Incertidumbre, caos, despropósito son algunos de los adjetivos que han utilizado la mayoría de los medios de comunicación para hacer sus crónicas sobre el Brexit. Nadie podrá dudar que ha sido una semana intensa en el Parlamento Británico con múltiples votaciones sobre cómo será la desconexión de Reino Unido de la Unión Europea.
El martes conocíamos que la Cámara de los Comunes rechazaba, por segunda vez, el acuerdo del Brexit de Theresa May por 391 votos frente a 242, lo que sitúa al aún socio comunitario en un escenario complicado pues tal y como explicaba la primera ministra si no ratificamos el acuerdo, corremos el riesgo de perder el Brexit.
Al día siguiente, se producía una nueva votación en la que sólo por cuatro votos Westminster descartaba que el país se fuera de la Unión Europa sin acuerdo, despejando así el camino para una prórroga, que visto lo visto, también presenta varias incógnitas pero también obligaciones porque la Unión Europa ya ha avisado de que para concederla los diputados británicos tienen que aprobar un acuerdo.
Tal y como afirmó el primer ministro holandés, Mark Rutte, votar a favor de un Brexit sin acuerdo es como el Titanic votando a favor de que el iceberg se quite de en medio. La Comisión Europea ya no esconde su decepción y preocupación por el hecho de que el gobierno británico no haya conseguido una mayoría suficiente para respaldar el Acuerdo de Salida.
Bruselas ya ha advertido que no volverá a negociar con Londres un nuevo acuerdo hasta el 29 de marzo, tal y como estaba previsto. El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, aseguró que la UE ha hecho todo lo posible para ofrecer soluciones y ahora corresponde a los británicos decidir qué es lo que quieren.
Lo cierto es que ambas votaciones y la indecisión de Reino Unido ha aumentado el riesgo de una salida dura de la Unión Europea que puede suponer varias y drásticas consecuencias, amén del impacto económico negativo, para los países del entorno.
También Canarias puede verse muy afectada por estas circunstancias. Ya no sólo por nuestra condición de Región Ultraperiférica, que nos ofrece posibilidades de financiación y programas europeos de apoyo para nuestra integración y convergencia con la Unión Europea que pueden verse reducidos con la salida del Reino Unido, sino también porque las relaciones comerciales que hemos mantenido a lo largo de la historia han contribuido y mucho al desarrollo económico, social y cultural de nuestra tierra.
El Gobierno de Canarias ha ido trabajando no sólo en un informe sobre las consecuencias que tendría el Brexit en nuestras Islas sino que ha intentado adelantarse a un futuro lleno de incertidumbre porque es difícil saber a ciencia cierta qué efectos puede tener la salida del Reino Unido sobre la economía, en general, y en la canaria, en particular.
Tal y como se explica en dicho informe los principales riesgos para la economía canaria vienen determinados por la evolución de la libra esterlina, el futuro de la política de cielos abiertos, el estatus de los residentes del Reino Unido en España, así como por la futura política arancelaria. Ante esto, Canarias no debe ni puede quedarse al margen de esta realidad.
El pasado viernes asistí a la jornada El Brexit: principales implicaciones para los intercambios comerciales con Canarias. Quiero felicitar a Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, a su presidente Santiago Sesé, y a la delegada del ICEX en Tenerife, Pilar Merino, por organizar conjuntamente este acto y preparar a nuestros agricultores y agentes de aduanas ante una eventual salida brusca que espero que nunca se produzca.
Canarias y Reino Unido tienen mucha historia común y queremos seguir manteniéndola. Sólo el devenir de los acontecimientos nos irá aclarando qué sucederá en Europa, en Reino Unido, en España y en Canarias tras el Brexit.
Hasta entonces es el momento de proteger los intereses de los canarios y los europeos, intentando mantener unos puentes que nunca debieron romperse.
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