Me ha tocado publicar mi último artículo de este año en una fecha bastante señalada. Hoy, mientras celebramos la Navidad, confío y espero que ustedes, queridos lectores, hayan pasado unos días de alegría, amor y paz rodeados de sus seres queridos. Unas fechas que siempre nos recuerdan qué es lo verdaderamente importante, y donde es inevitable echar la vista atrás para hacer balance de un año que en pocos días despediremos.
A punto de comenzar el 2017, es momento también de ir pensando en los propósitos que todos nos marcamos para los próximos 365 días que están por venir. Una nueva etapa, la oportunidad de poner el contador a cero, de enmendar errores y de desear acierto y tino a todos los que tenemos responsabilidades públicas, porque nuestros éxitos siempre serán los éxitos de todos.
En este caso, mi deseo para el próximo año es que llegue el entendimiento a Canarias. Los últimos meses de este 2016 no han sido precisamente un remanso de paz para los que eran hasta hace unos días socios de gobierno.
Ya lo decía mi compañera y portavoz del Grupo Parlamentario, Australia Navarro, durante la última sesión plenaria. El balance de este año nos dejaba un sabor agridulce, pues por un lado Canarias vuelve a tener una relación fluida con el Gobierno de la nación y, por otro, esa buena relación no tenía su reflejo en los partidos que sustentaban el Ejecutivo autonómico.
Las consecuencias, aunque algunos intentaban negarlas, estaban ahí. Si habláramos de una empresa y de cómo afecta la mala comunicación, estaríamos ante problemas como la poca motivación, la disminución del rendimiento, la desconfianza y lo que es peor los clientes insatisfechos.
Si lo hiciéramos del Gobierno de Canarias estaríamos ante consejeros que se levantan de los Consejos de Gobierno, disparidad de criterios en cómo gastar o invertir nuestros recursos, amenazas de ceses o mociones de censura, y una sociedad que seguía esperando a que aquellos que los gobiernan tomaran decisiones para mejorar la sanidad, la educación o el empleo, entre otros muchos asuntos.
Justamente lo que ha pasado hasta que el pasado viernes el presidente Fernando Clavijo anunciaba el cese de los consejeros del PSOE y por tanto la ruptura del pacto en Canarias.
Pero si algo nos deja un mal sabor de boca este 2016 es el reparto del Fondo de Desarrollo de Canarias (FdCan). Lo que debería haber sido la mejor noticia de este año -pues trajo a nuestras Islas 160 millones de euros- se ha convertido en un lío monumental que ha sido motivo de enfrentamiento entre los hasta ahora miembros del Gobierno de Canarias, entre el Gobierno y los Cabildos y entre el Gobierno y algunos Ayuntamientos por su gestión y distribución.
Una buena cantidad de millones que ha estado un año guardada en una gaveta y que deberían haberse utilizado para cambiar nuestro modelo productivo y para diversificar la economía local, tal y como anunció el presidente Clavijo, y que en cambio se convirtió en una moneda de cambio que ha provocado una guerra de todos contra todos.
Por suerte, y con nuestra posición responsable, hemos evitado perder más tiempo y ofrecer una alternativa conciliadora que, por lo menos, permita empezar a caminar distribuyendo estos recursos según los criterios del REF. Esto es: el 58 por ciento para cabildos y ayuntamiento y el 42 restante para el Gobierno de Canarias, que lo puede destinar a proyectos que favorezcan la cohesión social y territorial para compensar los costes de la doble insularidad.
El propio Fernando Clavijo admitió en el Parlamento que con la propuesta hecha por el Partido Popular se ha salvado un proyecto bueno. Confío y deseo que así sea. Al igual que confío en que este próximo año traiga serenidad y certidumbre para Canarias.
Que este 2017 traiga a todos los partidos políticos altura de miras ante este nuevo escenario político y con un gobierno en minoría. Y para todos salud, amor y trabajo.
Felices Fiestas y feliz Año Nuevo.
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